
Con esta frase comenzó Paulina Araneda su presentación en la última jornada de ruta progresista (viernes 14 de marzo). Paulina es psicóloga de la Universidad Católica y actualmente es la Directora de Educación de la Corporación Municipal de Peñalolén.
La educación no es la escuela, la educación es un proceso continuo en la vida de las personas, comienza en la familia, los parientes, el barrio, la calle, los medios de comunicación, etc. Definitivamente no es posible atribuirle al colegio la responsabilidad de todo lo que educar significa: aprender a relacionarse con otros, normas sociales, valores, tolerancia a la frustración, acompañamiento espiritual, además de los conocimientos formales. Un gran número de estas cosas se aprenden en la calle, en la ciudad, y siempre estarán a la vanguardia de la escuela, que por definición es una institución conservadora, aquí recuerdo la conversación que tuvimos con Javier Martínez sobre la socialización de la escuela que prepara para el ejército y la iglesia. La escuela por tanto debiese ser un espacio permeable a las experiencias que ocurren afuera y debiese integrar en el proceso educativo no solo a alumnos y profesores, sino a apoderados, profesionales, técnicos, artistas, músicos, etc.
La segunda parte de la conversación giró en torno a su experiencia en Peñalolén, y lo que me llamó poderosamente la atención, es que cuando uno conversa de educación municipal con quienes están en las trincheras, el primer y casi exclusivo reclamo es sobre la plata, lo bajo de la subvención y la imposibilidad de competir contra la oferta privada con esos recursos.
Paulina en ningún momento se refirió al tema plata, según ella el desafío y la clave para una educación municipal de calidad pasaba por dos factores: la confianza y una excelente gestión. La confianza desde el MINEDUC a los municipios, y de estos últimos a las escuelas, y de las escuelas a sus profesores y su entorno. Un sistema basado en la desconfianza sólo alcanza a cumplir con mínimos, mientras uno basado en la confianza entrega la responsabilidad en la comunidad y permite desarrollar toda su potencialidad.
La gestión en tanto, como en cualquier institución, impacta directamente sobre un buen o un mal resultado, pero a diferencia de las instituciones privadas donde la mala gestión disminuye el capital de los accionistas, en el sector público una mala gestión malgasta recursos de todos los chilenos y en educación la oportunidad de desarrollar talentos y capacidades en los niños de Chile.
Con este par de reflexiones no estoy ni cerca de abarcar todo lo conversado en la reunión e incluso lo que pudiera abarcar son reinterpretaciones mías, así que dejo abierta la discusión.